Publicado por Ainoa Soldevila Rafael.
Es un hecho innegable, que la salud mental sigue siendo un estigma social. Hoy en día, ir al psicólogo es algo por lo que sentirse avergonzado, ya que muchas personas lo asocian con el sufrimiento de un trastorno. La aceptación de la sociedad con respecto a ir al psicólogo, no es la misma que respecto a la de ir al médico.
Si una persona afirma que tiene alguna dolencia física, (se hace daño en una rodilla, por ejemplo) nadie duda en decir «Debes ir al médico». Pero, si una persona manifiesta un malestar emocional o psicológico, normalmente la recomendación debería ser «Debes ir al psicólogo» , pero esto no sucede así. La importancia que se le da a la salud mental es escasa y a menudo tenemos la percepción de que es una circunstancia aceptable sin ayuda profesional.
La estigmatización de la salud mental es un proceso que se ha producido desde la antigüedad. La concepción de esta y su visión negativa siempre ha estado vinculada al contexto histórico. Durante mucho tiempo, la marginación de las personas que sufrían de psicopatologías, hizo que fueran catalogadas como «poseídos», «locos» o «enfermos mentales» . Este hecho, exacerbó la visión negativa del concepto salud mental. Además, no se le ha dado la importancia que reclama por su participación en el bienestar de las personas. De hecho, hoy en día, la salud física es mucho más relevante que la mental, aunque haya quedado demostrado, que están íntimamente relacionados.
Actualmente, los trastornos mentales se utilizan como adjetivos calificativos negativos. Muestra de ello son las siguientes expresiones:
- – «Uy qué movido es este niño, lo mismo tiene TDAH«. Aunque el TDAH es un trastorno controvertido en su diagnóstico, hay autores que dicen que algunas áreas cerebrales de estos niños se activan de manera diferente. Es necesario diferenciar entre el comportamiento desadaptativo y los comportamientos evolutivos de los niños.
- – «Estoy un poco deprimido«. Lo que realmente pasa es que estamos tristes. La depresión, es un trastorno grave, afecta a la adaptación de las personas en su vida diaria, no es un estado de ánimo o una emoción. Aunque un síntoma muy común en este trastorno es la tristeza, la anhedonia o apatía abarca muchas otras alteraciones.
- – «Es bipolar». La persona cambia de opinión o de humor con frecuencia. El trastorno bipolar se caracteriza por cambios inusuales en el estado de ánimo, con episodios maníacos o hipomaníacos (como la alegría extrema) y con episodios depresivos mayores (como la tristeza extrema). Estos períodos tienen un tiempo definido.
- – «Es anoréxico o bulímico». Cuando vemos a una persona muy delgada. Cada persona tiene un cuerpo y metabolismo diferente, ser delgada no es indicativo de sufrir algún tipo de trastorno alimenticio, ya que estos van asociados a muchas distorsiones y problemas cognitivos, que afectan a la salud y la vida de la persona.
- – «Tiene un TOC». Cuando una persona es muy cuadripléjica. El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones (pensamientos, impulsos, imágenes… que aparecen en la mente de la persona) y compulsiones (comportamientos repetitivos o actos mentales que el individuo siente la necesidad de realizar, rígidamente, para reducir la ansiedad que le produce la obsesión). La preferencia por el orden o manías personales no es un TCA, ya que este es uno de los trastornos más incapacitantes.
- – «Tengo ansiedad». Realmente, nos referimos a los nervios o la impaciencia. La ansiedad puede sufrirse en momentos específicos y suele ser una respuesta adaptativa del cuerpo, al medio.
- – «Es esquizofrénico». Sucede que alguien sobresale de lo normativo. La esquizofrenia es un trastorno mental muy grave que afecta a diversas habilidades psicológicas, como al pensamiento, el lenguaje, la percepción y las emociones.
- – «Es autista». Una persona que está «en su mundo» o es introvertida. Las personas con autismo tienen varios problemas en las relaciones interpersonales, la adaptación y en el desarrollo.
- – «Debo tener algo de demencia/Alzheimer». Ocurre que a una persona se le olvidan las cosas. La demencia va más allá de un deterioro de la memoria, ya que hay una degeneración progresiva de las neuronas, que tiene como resultado la disminución del volumen cerebral. Además afecta a muchas otras capacidades de la persona.
Estos son algunos ejemplos de cómo frivolizamos con los problemas psicológicos, refiriéndonos a ellos, en situaciones en las que queremos normalizarlos, haciéndolo con connotación negativa. Para poner fin a esta estigmatización tienes que trabajar con empatía, y entender qué son los trastornos mentales. Este conocimiento, también ayudará a no guiarse por estereotipos o prejuicios.
Trastornos y suicidio
Algunos de estos trastornos anteriormente mencionados, a menudo, conducen al suicidio. El suicidio, causa la muerte de 10 personas al día en España, siendo la segunda causa más común de mortalidad de personas entre 15 y 29 años (Navarro-Gómez, 2017). Además, sigue siendo un tema tabú, no se menciona en los medios de comunicación, y cuando implica la muerte de alguien, la información se trata de maquillar («ha muerto»). Expresiones como, «Me cortaré las venas», «Me tiraré por la ventana» o «Me suicidaré» cuando algo no ha salido como se esperaba, constituye una frivolización de un problema muy grave.
Otro aspecto a tener en cuenta, son los falsos mitos que existen en torno a las enfermedades mentales. Algunos de estos son:
- «La salud mental no es importante» o «La salud mental y la física no están relacionadas». Debe tenerse en cuenta que la salud es multidimensional y el bienestar depende de muchas variables interrelacionadas.
- «Las personas que tienen una enfermedad mental son violentas, impredecibles y peligrosas». Incluso si una persona tiene una enfermedad mental, no la predispone a ser más violenta, cada enfermedad tiene diferentes síntomas y manifestaciones.
- «Las personas de naturaleza débil son aquellas que sufren de enfermedades mentales». Muchas enfermedades mentales tienen un factor genético importante y otras están fuertemente influenciadas por el medio ambiente y las circunstancias. Cabe señalar la importancia en la interacción de la genética, factores personales y ambientales, ya que la interacción de estos factores son los que determinan la progresión de la enfermedad.
- «Las enfermedades mentales no tienen cura». La cura de las enfermedades mentales a menudo se refiere a la adaptación de la persona a la vida diaria y gracias al apoyo, estrategias y tratamientos que los profesionales ofrecen a estas personas pueden mejorar en gran medida su condición y tener una vida completamente «normal».
- «Los niños no sufren de enfermedades mentales». En realidad, hay muchos niños que pueden sufrir debido a factores genéticos, personales y ambientales.
- «La terapia es inútil, con una píldora se puede resolver el problema». Depende de la persona y el trastorno para tratar el tratamiento ideal es farmacológico, terapéutico o ambos.
¿Por qué convertimos los problemas cotidianos en trastornos psicológicos si hay tabú?
Debemos ser conscientes de lo despectivo que puede llegar a ser para algunas personas, el hecho de utilizar sus trastornos como salida a las dificultades cotidianas, existiendo un riesgo social en aumento, pues estos hechos podrían ser constitutivos de lesión de derechos de las personas afectadas.
Bibliografía
- Navarro-Gómez, N. (2017). El suicidio en jóvenes en España: cifras y posibles causas. Análisis de los últimos datos disponibles. Clínica y Salud, 28, 25-31.