Trastornos mentales y victimología

Publicado por Edgar Artacho Mata.

Introducción

Hemos hablado varias veces en esta web acerca de cómo se relacionan los (mal) llamados trastornos mentales con la delincuencia.

Todo lo anterior tiene algo más en común: todos hemos hecho hincapié en algún momento en que lo habitual y normal es que las personas “con” algún tipo de trastorno mental sean más propensas a ser víctimas que victimarios del delito. Es decir, en los tres ejemplos anteriores, hemos estado hablando de algo ocasional. Precisamente hoy intentaré hacer una breve introducción a lo habitual, al caso contrario, para ver qué tipo de delitos suelen sufrir las personas “con” trastornos mentales.

Una respuesta corta y poco precisa a esta cuestión sería decir que las personas “con” trastornos mentales son víctimas de todo tipo de delito: Hurtos, robos, estafa, agresión, violación, homicidio… Un ejemplo nacional muy conocido de esto es el “Asesino de la Catana” quien, después de asesinar a sus padres con una catana, hizo lo propio con su hermana menor con Síndrome de Down. Aunque, técnicamente el Síndrome de Down no viene recogido como trastorno mental, se entiende el punto. Generalmente, para las personas “con” trastornos mentales, este es un factor que aumenta la vulnerabilidad del individuo frente a los agresores. Pero ahondemos algo más:

La vulnerabilidad extra, que muchas veces puede suponer el diagnóstico de un trastorno mental, es un aspecto central en la investigación. Así, el diagnóstico de un trastorno mental aumenta significativamente el riesgo de convertirse en víctima de un delito. Puede verse claramente en casos de Discapacidad Intelectual, anteriormente llamado Retraso Mental, donde se concibe a estas personas como más vulnerables y que, por consiguiente, necesitan una mayor protección. Siguiendo con este ejemplo de Discapacidad Intelectual y Abuso Sexual, son varios los trabajos que alzan la voz del riesgo de estas personas de sufrir abuso sexual. De hecho, el trabajo de Horner-Johnson y Drum (2006) habla de que hasta un 80% de personas con algún tipo de Discapacidad Intelectual (Leve, Moderada o Grave) podría ser víctima de este delito a lo largo de su vida.

En el trabajo de Teplin et al. (2005) se menciona que las mujeres con Trastorno Mental son más propensas a sufrir abusos sexuales (20,3%) y los hombres agresiones físicas (34,1%). Siguiendo este último aspecto, Goodman et al. (2001) menciona que la probabilidad de sufrir un delito en los hombres con TM es 10 veces superior al de la población general. En el caso del Trastorno Mental Grave (TMG), las mujeres presentan una probabilidad de hasta 16 veces superior a la población general de informar sobre victimiazación, sea ésta física o sexual.

Como vemos, existen ciertas diferencias en cuanto a las tasas de prevalencia encontradas. Este aspecto se abordará más detenidamente en el último apartado, pero quisiera aclarar el gran problema que, en general tendemos, en Psicología y Criminología, a centrarnos en la cara más “sensacionalista” de la moneda y focalizarnos en cuando y como delinque la persona con trastorno mental.

Factores de Riesgo en la Victimización

A lo largo del trabajo de Calvo, Odriozola e Irureta (2011) se hace un repaso a todo este apartado, por lo que trataré de sintetizar aquellos aspectos que considere más importantes.

Un primer factor es el consumo de drogas/alcohol pues este consumo implicaría un aumento de las relaciones interpersonales de tipo conflictivo, lo que aumentaría el riesgo de ser víctima de violencia, por ejemplo. 

Se menciona, y se hace énfasis, en la exclusión social. Mencionan estos autores el ejemplo de las personas sin hogar quienes, al no disponer de un red social sólida, son blancos fáciles para los agresores pues es más probable que sus actos salgan impunes. Por supuesto, no se pretende decir que las personas sin hogar sufren un trastorno mental por ese hecho, pero sí existe una relación entre ciertos tipos de “trastornos” y que eso conlleve, junto con decenas de variables mediadoras, mayores probabilidades de no tener un hogar. En general, las personas sin techo son más vulnerables pues son «blancos fáciles«. Si además le añadimos una situación de presencia de “trastorno mental”, aumentamos las probabilidades.

Al respecto de la tipología del trastorno, su gravedad y comorbilidad encontramos un gran problema: no hay acuerdo. Se han hecho pocos estudios suficientemente amplios que permitan hacer un análisis en profundidad de como un tipo/grupo concreto de trastornos afecta a la victimización. En cuanto a la gravedad, suele asociarse de forma positiva. En general, a mayor gravedad o más afectación cognitiva y comportamental de las características del trastorno, más aumenta el riesgo de victimización. Algo parecido ocurre con la comorbilidad, especialmente en el grupo B de los Trastornos de la Personalidad (límite, histriónico, narcisista y antisocial) que es el mejor predictor independiente de victimización violenta. 

De entre las tipologías de síndromes que pueden suponer un mayor riesgo, se incluyen el TDAH, Trastorno del Espectro Autista (TEA), parálisis cerebral, retrasos en el lenguaje y, en especial, la Discapacidad Intelectual. Ciertamente, en este último, la Discapacidad Intelectual, se podría escribir casi un libro. Aun así, y sin querer entrar demasiado en profundidad en el tema, creo necesario mencionar algunas de las causas que llevan a estas personas a ser más propensas a sufrir malos tratos en la infancia (31% vs 9%). Un motivo importante por el que sucede esto es que estos niños/as presentan una mayor dificultad para informar sobre sus vivencias, tal como mencionan Hershkowitz et al (2007) y los cuidadores tienen problemas para identificar los síntomas de los abusos hasta que son demasiado evidentes.

Conclusiones

El objetivo del texto no es otro que el de acercar al lector/a la relación entre los “trastornos mentales” y la victimización. Sin embargo, esto no resulta sencillo. Como se ha podido ver, la información es más bien escasa y no hay estudios tan amplios a este respecto como sí los hay cuando se relacionan los “trastornos mentales” con la delincuencia.

Me llama la atención, y creo que deberíamos revisarlo, que sea muy frecuente defender que lo habitual es que las personas con “trastorno mental” sean víctimas y no victimarios pero que, paralelamente, centremos nuestros esfuerzos (desde la Psicología y Criminología) a observar y entender la relación entre los “trastornos mentales” y la delincuencia.

Sin unos datos ni una investigación correcta nos resulta muy difícil establecer teorías explicativas y sin esto, resulta casi imposible hacer una intervención eficaz. Se necesita, sin ningún género de dudas, un cambio de 180º en la investigación, centrándonos más en la relación y factores que ayuden a comprender los motivos y factores que aumentan la vulnerabilidad de las personas con algún “trastorno mental” y centrarnos menos en el sensacionalismo que implica la relación de los “trastornos mentales” con la delincuencia.

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