Inicios en la abogacía (I): adquiriendo hábitos y costumbres

Publicado por Judith Martín Sánchez.

Este artículo tiene una segunda parte, que puedes leer en este enlace.

Una de las ventajas de ser joven abogada y no contar con una amplia cartera de clientes a la que dedicar casi todo tu tiempo, es la posibilidad de observar. Y porque observando también se aprende, al ver trabajar a mis compañeros, voy comprobando algunos de los aspectos imprescindibles en un abogado.

Organización y planificación

Es fundamental que desde que nos iniciamos en la profesión seamos organizados y sepamos planificarnos, esto hará que seamos más eficaces y, sobre todo, eficientes.  

Para ello, la agenda es imprescindible. El hecho de apuntar todas nuestras tareas del día, de la semana e incluso del mes, nos proporcionará una visión global de todo lo que tenemos que hacer y podremos organizarnos mejor.  

Al verlo todo apuntado, podremos agrupar las tareas por tipos. Una parte del tiempo estará dedicada a aquellas que implican salir del despacho, otra a la atención de nuestros clientes, y otra al estudio y al despacho. De esta forma, además, economizaremos nuestro tiempo de trabajo, de manera que dediquemos el tiempo y esfuerzo justo que cada tarea requiere.

Digitalización (Legaltech)

A día de hoy, hay miles de herramientas digitales a nuestro alcance que si sabemos utilizar harán que nos desarrollemos más rápido: programas de gestión de despacho, secretarias virtuales, servidores para almacenar expedientes, etc.

Pero uno de los utensilios más útiles que muchos profesionales descuidan es la página web. No es suficiente con tenerla como mera carta de presentación, hay que explotarla y actualizarla a diario.

Lo más básico con lo que hoy día debe contar una página web es con un blog donde publicar artículos de actualidad jurídica e interés general, a través del cual conectar con clientes y otros profesionales. En un nivel un poco más avanzado están aquellas webs que incluyen enlaces mediante los que descargar reclamaciones extrajudiciales o formularios básicos con los que proporcionar una primera asistencia. Y aún un poco más allá, están aquellas que utilizan los llamados “bots” o cuadros de diálogo que permiten conectar rápidamente con el cliente y poder concertar una cita o incluso proporcionarle una solución rápida si el asunto no es complejo.

Además de rentabilizar tiempo, crearemos un feedback de información cliente – abogado. No solo daremos información al cliente, sino que ellos también nos la darán a nosotros: qué tipo de clientes o profesionales nos contactan, las consultas más numerosas, qué opinan de ti, cuáles son los puntos fuertes y cuáles los débiles de tu servicio, y un gran etcétera.  

Autopromoción y marketing

Personalmente, creo que nadie va a saber promocionar mejor que tú lo que ofreces. Tú sabes cuáles son tus objetivos, hacia dónde quieres ir y qué vas a ofrecer para llegar hasta ahí.

Sobre todo al principio, vamos a tener que ser nosotros mismos los que nos promocionemos, y para ello hay que salir a la calle, repartir tarjetas (a amigos, familiares, al camarero del bar donde siempre tomas café…), colaborar con compañeros, en definitiva, hacerte ver.

Hoy todos contamos con un perfil social a través del cual hacernos nuestra propia publicidad. Es gratis, y con él podemos dirigirnos a cualquier persona esté donde esté. Con ello, poco a poco iremos creando nuestra propia marca personal.

Inquietud

Hay que tener recursos y poder intervenir en cualquier conversación, por lo que estar informado es primordial. No solo debemos estar al día de los cambios jurídicos, sino también de lo que ocurre en otros sectores.  

Tenemos que saber qué sucede a nuestro alrededor, tener inquietud por conocer otras materias, cultivar nuestra mente y fomentar nuestra propia cultura, es decir, invertir en nuestro propio desarrollo.

Formación

Y vamos a invertir en ese desarrollo propio también con la formación.

No hay que olvidar que la realidad jurídica cambia constantemente, se renueva, por lo que nunca hay que dejar de adquirir nuevos conocimientos. Y con esto no me refiero únicamente a la especialización en determinada materia (que también), sino al aprendizaje continuo y práctico durante toda nuestra vida profesional.

Nunca hay que dejar de acudir a cursos (como los fomentados por los Colegios y Agrupaciones profesionales), charlas, coloquios, etc.

Compañerismo y educación

De sobra conocido es que los abogados tenemos que cumplir con ciertas normas y políticas de comportamiento reguladas por nuestro Código Deontológico y Estatuto de la Abogacía.

Pero no es a esto a lo que me quiero referir aquí. Quiero hablar de algo mucho más simple, como es  la educación y el respeto para con el resto de nuestros compañeros, no solo abogados, también jueces, fiscales y demás funcionariado (y sí, también con los de los distintos órganos de la Administración). Porque la imagen que demos como profesional es importante, y porque hay que ser correcto y amable.

Finalmente, solo decir que las cosas se piden por favor y se da las gracias. Se critica de forma constructiva para mejorar y se da la enhorabuena como reconocimiento de la labor realizada. ¿Básico, verdad? Pues creedme cuando os digo que a muchos se les olvida ¡Que a vosotros no se os pase!

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